A cinco años de su muerte Abbas Kiarostami, el maestro iraní que abrió las puertas a todo un cine

    El director de "El sabor de la cereza", film que en 1997 lo consagró con la Palma de Oro de Cannes, dejó tras de sí una obra poética.

    Servicio Informativo Gobierno de San Juan04/07/2021télamtélam
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    El director Abbas Kiarostami, de cuyo fallecimiento se cumplen este domingo cinco años, dejó tras de sí una obra poética que dio no solo testimonio de los avatares artísticos que se vivían en su Irán natal, sino que con cintas como "El sabor de la cereza" le abrió las puertas de Occidente al cine de Medio Oriente.

    Su carrera comenzó en los 70 con la dirección de cortometrajes y se extendió hacia los 80 con la producción de largos que, en su gran mayoría, se proyectaban en su país con excepción de algunos festivales de cine occidentales.

    Pero fue con "Detrás de los olivos" (1994), que se vio en la vuelta del Festival de Mar del Plata de 1996, que su nombre comenzó a circular por el mundo y ya en 1997 con "El sabor de la cereza" se consagró con la Palma de Oro de Cannes (compartida con "La anguila", de Shohei Imamura). Ese fue el momento cumbre de su carrera.

    "Si algo puedo recordar de él es su sencillez. Kiarostami siempre llevaba consigo una pequeña cámara. Buscaba fragmentos cotidianos de la vida. Veía ahí, en lo simple, la posibilidad de irrupción de lo poético. No era extraño verlo filmar durante un rato a un animal pastando o a un árbol que se balanceaba por el viento", dijo a Télam Fremdina Bianco, directora y escritora que estuvo bajo la tutela del realizador iraní en 2015 en el Taller de Autores en la EICTV de San Antonio de los Baños, Cuba.

    "Kiarostami fue muy cercano con nosotres. Se ofrecía, por ejemplo, a acompañarnos al rodaje, quería mirar, estar ahí", explicó Bianco, a quien Kiarostami le recomendó "andá a filmar", cuando ella le trasladó sus inquietudes acerca de un cortometraje que tenía en mente.

    "Kiarostami siempre llevaba consigo una pequeña cámara. Buscaba fragmentos cotidianos de la vida. Veía ahí, en lo simple, la posibilidad de irrupción de lo poético"

    Fremdina Bianco

    Según recordó, uno de los consejos que le dio el director iraní fue que filmar es un ejercicio y que cuántas más veces se lo practicara, mejor lo iba a dominar.

    Es lo que él mismo aplicó para sí durante toda su vida, con una impronta en la que solía mezclar la ficción con el documental; la vida real con la que él había imaginado al escribir el guion y al poner el ojo en el visor de la cámara.

    "Detrás de los olivos", la primera cinta en trascender por su calidad, era en realidad el cierre de la trilogía que tiene en común el pueblo donde transcurre la acción, Koker, a 350 kilómetros de Teherán, al que el director volvió una y otra vez por hechos en principio no previstos.

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